Rito de la comunión
Ya que la celebración eucarística es un convite pascual, conviene que, según el encargo del Señor, su Cuerpo y su Sangre sean recibidos por los fieles, debidamente dispuestos, como alimento espiritual. A esto tienden la fracción y los demás ritos preparatorios, con los que se va llevando a los fieles hasta el momento de la comunión:
a) La oración dominical: en ella se pide el pan de cada día, con lo que también se alude, para los cristianos, al pan eucarístico, y se implora la purificación de los pecados, de modo que, que en realidad, "las cosas santas se den a los santos". El sacerdote invita a orar, y los fieles dicen, todos a una con el sacerdote, la oración. El sacerdote solo añade el embolismo, y el pueblo lo termina con la doxología. El embolismo, que desarrolla la última petición de la oración dominical, pide para toda la comunidad de los fieles la liberación del poder del mal.
La invitación, la oración misma, el embolismo y la doxología, con que el pueblo cierra esta parte, se pronuncian o con canto o en voz alta.
b) Sigue, a continuación, el rito de la paz, con el que los fieles imploran la paz y la unidad para la Iglesia y para toda la familia humana, y se expresan mutuamente la caridad, antes de participar de un mismo pan.
Por lo que toca al mismo rito de darse la paz, establezcan las Conferencias Episcopales el modo más conveniente, según las costumbres y el carácter de cada pueblo.
c) El gesto de la fracción del pan, realizado por Cristo en la última Cena, en los tiempos apostólicos fue el que sirvió para denominar a la íntegra acción eucarística. Este rito no sólo tiene una finalidad práctica, sino que significa además que nosotros, que somos muchos, en la comunión de un solo pan de vida, que es Cristo, nos hacemos un solo cuerpo (1Co 10, 17).
d) Inmixtión o mezcla: el celebrante deja caer una parte del pan consagrado en el cáliz.
e) Cordero de Dios: mientras se hace la fracción del pan y la inmixtión, los cantores o un cantor cantan el Cordero de Dios, como de costumbre, con la respuesta del pueblo; o lo dicen al menos en voz alta. Esta invocación puede repetirse cuantas veces sea necesario para acompañar la fracción del pan. La última vez se concluirá con las palabras: danos la paz.
f) Preparación privada del sacerdote: el sacerdote se prepara con una oración en secreto para recibir con fruto el Cuerpo y Sangre de Cristo; los fieles hacen lo mismo, orando en silencio.
g) Luego el sacerdote muestra a los fieles el pan eucarístico que recibirán en la comunión, y los invita al banquete de Cristo, y, juntamente con los fieles, formula, usando palabras evangélicas, un acto de humildad.
h) Es muy de desear que los fieles participen del Cuerpo del Señor con pan consagrado en esa misma Misa y, en los casos previstos, participen del cáliz, de modo que aparezca mejor, por los signos exteriores, que la comunión es una participación en el sacrificio que entonces mismo se celebra.
i) Mientras sacerdotes y fieles reciben el Sacramento, tiene lugar el canto de comunión, canto que debe expresar, por la unión de voces, la unión espiritual de quienes comulgan, demostrar, al mismo tiempo, la alegría del corazón y hacer más fraternal la procesión de los que van avanzando para recibir el Cuerpo de Cristo. El canto se comienza cuando comulga el sacerdote, y se prolonga mientras comulgan los fieles hasta el momento que parezca oportuno. En el caso de que se cante un himno después de la comunión, ese canto conclúyase a tiempo.
Se puede emplear o la antífona del Gradual Romano, con salmo o sin él, o la antífona con el salmo del Graduale simplex, o algún otro canto adecuado, aprobado por la Conferencia Episcopal. Lo cantan los cantores solos o también los cantores, o uno de ellos, con el pueblo.
Si no hay canto, la antífona propuesta por el Misal es rezada por los fieles, o por alguno de ellos, o por un lector, o, en último término, la recitará el mismo sacerdote, después de haber comulgado y antes de distribuir la comunión a los fieles.
j) Cuando se ha terminado de distribuir la comunión, el sacerdote y los fieles, si se juzga oportuno, pueden orar un rato recogidos. Si se prefiere, puede también cantar toda la asamblea un himno, un salmo o algún otro canto de alabanza.
k) En la oración después de la comunión, el sacerdote ruega para que se obtengan los frutos del misterio celebrado. El pueblo hace suya esta oración con la aclamación: Amén.
D) Rito de conclusión
El rito consta de:
a) Saludo y bendición sacerdotal, que en algunos días y ocasiones se enriquece y se amplía con la oración "sobre el pueblo" o con otra fórmula mpas solemne.
b) Despedida, con la que se disuelve la asamblea, para que cada uno vuelva a sus honestos quehaceres, alabando y bendiciendo al Señor.
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