C) Liturgia eucarística
En la última Cena, Cristo instituyó el sacrificio y convite pascual, por medio del cual el sacrificio de la cruz se hace continuamente presente en la Iglesia cuando el sacerdote, que representa a Cristo Señor, realiza lo que el mismo Señor hizo y enncargó a sus discípulos que hicieran en memoria de él.
Cristo, en efecto, tomó en sus manos el pan y el cáliz, dio gracias, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: "Tomad, comed, bebed; esto es mi Cuerpo; éste es el cáliz de mi Sangre. Haced esto en conmemoración mía." De ahí que la Iglesia haya ordenado toda la celebración de la Liturgia eucarística según estas mismas partes que responden a las palabras y gestos de Cristo. En efecto:
1) En la preparación de las ofrendas se llevan al altar el pan y el vino con el agua; es decir, los mismos elementos que Cristo tomó en sus manos.
2) En la Plegaria eucarística se dan gracias a Dios, por toda la obra de la salvación y las ofrendas se convierten en el Cuerpo y Sangre de Cristo.
3) Por la fracción de un solo pan se manifiesta la unidad de los fieles, y por la comunión los mismos fieles reciben el Cuerpo y Sangre del Señor, del mismo modo que los Apóstoles lo recibieron de mano del mismo Cristo.
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"Haced esto en conmemoración mía" |
Preparación de los dones
Al comienzo de la Liturgia eucarística se llevan al altar los dones que se convertirán en el Cuerpo y Sangre de Cristo.
En primer lugar se prepara el altar o mesa del Señor, que es el centro de toda la Liturgia eucarística, y entonces se colocan sobré él el corporal, el purificador, el misal y el cáliz, que puede también prepararse en la credencia.
Se traen a continuación las ofrendas: es de alabar que el pan y el vino lo presenten los mismos fieles. El sacerdote o el diácono los recibirá en un sitio oportuno y los dispondrá sobre el altar, mientras pronuncia las fórmulas establecidas.
Aunque los fieles no traigan pan y vino de su propiedad, con este destino litúrgico, como se hacía antiguamente, el rito de presentarlos conserva igualmente todo su sentido y significado espiritual.
También se puede aportar dinero u otras donaciones para los pobres o para la iglesia, que los fieles mismos pueden presentar o que pueden ser recolectados en la nave de la iglesia, y que se colocarán en el sitio oportuno, fuera de la mesa eucarística.
Acompaña a esta procesión en que se llevan las ofrendas el canto del ofertorio, que se alarga por lo menos hasta que los dones han sido depositados sobre el altar. Las normas sobre el modo de ejecutar este canto son las mismas dadas para el canto de entrada, La antífona del ofertorio se omite, si no se canta.
Las ofrendas colocadas en el altar y el altar mismo pueden ser incensados, para significar de este modo que la oblación de la Iglesia y su oración suben ante el trono de Dios como el incienso. También el sacerdote y el pueblo pueden ser incensados por el diácono o por otro ministro, después de la incensación de los dones y el altar.
A continuación, el sacerdote se lava las manos. Con este rito es expresa el deseo de purificación interior.
Terminada la colocación de las ofrendas y los ritos que la acompañan, se concluye la preparación de los dones con una invitación a orar juntamente con el sacerdote, y con la oración sobre las ofrendas, y así todo queda preparado para la Plegaria eucarística.
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